Para comenzar, es interesante profundizar en el concepto de DISRUPTIVO, entendido como aquel proceso que se encarga de romper con todo tipo de paradigmas tradicionales. Ahora bien, aplicado a la enseñanza-aprendizaje, la educación disruptiva se caracteriza por ser innovadora y por su capacidad de quebrar las cosmovisiones clásicas. En efecto, se puede afirmar que la disrupción en la educación también suele aprovechar las nuevas tecnologías disponibles, para lograr lo que nunca antes se ha hecho.
Por décadas, el modelo educativo tradicional estableció los límites del cómo, cuándo, dónde y quiénes. Si bien esto permitió homologar los planes de estudio, en la otra mano dejó a miles de personas fuera de la educación universitaria, sea por cuestiones de distancia, economía o incluso estilos de aprendizaje.
La disrupción en educación es todo aquello que genera oportunidades viables para que las personas adquieran conocimientos y habilidades que aporten ventajas a su vida diaria. Por ello, apunta a un sector de la población que tradicionalmente había sido desplazado de la educación superior.
Para comprender un poco mejor este concepto, es importante analizar lo que se viene a la mente al pensar en la educación universitaria de primera calidad. Difícilmente se marginen aspectos como el elevado costo, el carácter presencial y el hecho de que demanda prácticamente todo el tiempo y energía disponible de los estudiantes.
Esto tiene como consecuencia que solo una afortunada minoría pueda acceder a ella, lo cual a su vez sigue promoviendo profundas desigualdades sociales.
Dicho esto, algunos de los paradigmas que la disrupción en educación combate son los siguientes:
Gracias a la disrupción educativa que significó la educación en línea, el paradigma actual sostiene que cualquier persona con un dispositivo móvil y conexión a internet puede acceder, al menos, a una buena cantidad de recursos educativos de calidad.
Esta ha sido una de las revoluciones sociales más importantes. Sin embargo, como se verá más adelante, la educación en línea y todo lo que implica está dejando de ser disruptiva y se está convirtiendo en la nueva norma.
En este sentido, la educación disruptiva comprendió que el sistema económico y la sociedad actual demandan profesionales capaces de integrar diferentes áreas del conocimiento y ponerlo al servicio de problemas de la vida real que rara vez están bien delimitados en un solo campo.
Mediante tecnologías y metodologías como el aprendizaje integrativo por proyectos, el learning by doing, las rutas de aprendizaje y la formación transversal, se ha vuelto posible que los estudiantes generen experiencia práctica y multidisciplinaria.
Además, es posible darle el enfoque que los alumnos consideren mejor adaptado a sus intereses, en lugar de tener que cumplir con un currículum académico inflexible, diseñado para aprender conceptos y no para adaptarse a las nuevas realidades.
Durante años, las personas estudiaban una carrera con el objetivo principal de acceder a mejores condiciones económicas. Hoy en día, otros beneficios de la educación superior están cobrando igual o mayor importancia.
Si bien la formación académica sigue siendo una de las maneras más eficientes de tener un mejor nivel de vida, la educación disruptiva apuesta por aspectos como la sustentabilidad, la responsabilidad social, la ética y el desarrollo psicosocial y emocional de los estudiantes.
Por ejemplo, metodologías como el design thinking no solo ponen a prueba los conocimientos teóricos y las habilidades prácticas de los estudiantes, también los llevan a tomar una postura de mayor sensibilidad frente a los problemas y retos que enfrenta su comunidad.
Gracias a los avances de las neurociencias, hoy sabemos que puede haber una gran variabilidad entre los estilos de aprendizaje de los estudiantes y esto no tiene absolutamente nada de malo ni de anormal.
Además, el contexto de muchos alumnos puede impedirles destinar dos o tres horas seguidas al estudio, o preparar evaluaciones demasiado extensas, lo cual representaba un impedimento para acceder a la mayoría de las clases y exámenes universitarios.
El aprendizaje adaptativo, el microaprendizaje y la gamificación son tan solo tres ejemplos de metodologías que abren la posibilidad de aprender de otras maneras y que siguen siendo disruptivas, ya que no solo se adaptan mejor a la forma natural en la que el cerebro adquiere conocimiento, sino que también le han permitido a miles de personas obtener certificaciones que no hubieran podido conseguir con la educación convencional.
En resumen, mientras que la economía, la cultura y el estilo de vida han atravesado cambios drásticos en las últimas décadas, en muchos sentidos la educación sigue anclada a los paradigmas y metodologías del siglo pasado, aunque ya no están ofreciendo soluciones reales a las necesidades actuales de los estudiantes.
Muchos expertos opinan que la educación universitaria está fallando en la misión de formar profesionales con las habilidades que se necesitan para progresar en la sociedad digital, por eso fomentar la educación disruptiva es tan importante.
¿Te interesa descubrir más? Conoce por qué el proctoring promueve la inclusión educativa aquí.