Innovar, optimizar los resultados o evitar problemas entre alumnos y profesores son algunos de los temas más debatidos últimamente en el sector educativo pero, ¿cómo podemos llevar a la práctica la educación positiva?, ¿por dónde empezamos?
La ciencia es la encargada de responder a estos interrogantes de manera confiable y, es que, en este contexto surge la Educación Positiva, definida como la aplicación de la psicología positiva al mundo educativo.
En efecto, dicha psicología tiene poca relación con estar siempre sonriendo o con la autoayuda, por el contrario es el estudio científico del funcionamiento óptimo del ser humano y su misión es tratar de descubrir y/o promover aquellos factores que permiten prosperar tanto a los individuos como a las sociedades.
La Educación Positiva se dedica a investigar, proponer, implantar y divulgar las teorías y las técnicas científicamente validadas, aplicables al campo de la educación, siempre en un sentido amplio, abarcando instituciones educativas, educadores, estudiantes y familias.
En este proceso, todos estamos de un modo u otro implicados, ya que el cómo vivimos trasluce si somos felices, si sabemos generar bienestar y si somos conscientes de nuestra interrelación con los demás y con el mundo que nos rodea.
Por este motivo, la Educación Positiva comprende cualquier concepto que mejore nuestra educación, nuestro funcionamiento óptimo, así como nuestra felicidad. Algunas áreas que abarca son la educación emocional, el optimismo, la creatividad, el sentido del humor, la motivación, el mindfulness, las fortalezas, la resiliencia, la gratitud, el entusiasmo, la autoestima, la asertividad o la compasión, entre otras.
Para llevar este modelo a la práctica, es necesario comprender que la transformación de la educación hacia una Educación Positiva implica un abordaje integral. Por lo que es crucial contemplar el desarrollo de competencias y contenidos académicos, y también la formación de fortalezas y la promoción del bienestar. Promover esto último permitirá favorecer el desempeño académico de los alumnos, sus vínculos sociales y la permanencia en sus estudios.
Entre otro de los motivos, la Educación Positiva plantea que los entornos deben brindar espacios y experiencias que promuevan el bienestar personal y social. Este lineamiento, además de incluir actividades adicionales a los planes de estudio, conlleva un cambio que ubica al bienestar como factor estratégico y motivacional.
En definitiva, la Educación Positiva plantea la transformación del entorno, mejorando la calidad educativa, la prevención y solución de problemas relacionados con la salud mental.
En la actualidad existe una revolución en los sistemas educativos como consecuencia de todo lo que ha estado sucediendo en el último tiempo. Por eso, es clave entender cómo la tecnología, como vehículo de acceso, puede integrarse con una visión extremadamente humanista.
Implementar un modelo de educación positiva, que consiste en generar bienestar mental, físico y emocional, es fundamental para el desarrollo de los estudiantes y de sus capacidades.
Es por ello que desde Klarway acercamos una herramienta de supervisión de exámenes virtuales que permite el desarrollo de habilidades académicas y humanas, cooperando en la formación de líderes con valores que promuevan una sociedad en defensa de la dignidad humana.
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